Han trascurrido más de dos semanas desde que finalizamos esta primera parte del proceso de creación con la coreógrafa Kitt Johnson.
He tenido que dejar reposar la experiencia porque ha sido una verdadera “sacudida artística” desde el punto de vista mental, físico y emocional.
En primer lugar, creo que ha sido un enorme regalo para esta isla poder tenerla y que esta misma tierra pudiera ser vista de una manera diferente. Me he quedado cautivada porque nunca había comprendido una creación artística en calle como ella la plantea. No se trata solo de colocar una performance en un espacio como un adorno/entorno donde habitan los cuerpos que se mueven, sino que este lugar es lo que conforma la danza, el personaje y la historia. hasta llegar a crear una arquitectura viva dentro de una arquitectura estática.
No hay virtuosismo, sino vivencia y verdad. Se trata de conexión, de una búsqueda sobre lo que es, ha sido y será. Cada minúscula piedra de cemento y partícula de aire cuentan una historia que a su vez se conecta con otras.
El primer día del taller, me quedé impactada cuando la artista Kitt Johnson empezó hablar sobre la idea de pedir permiso. Pero no sabía muy bien a que se refería en verdad. Hasta que pude descubrirlo y sentirlo.
Damos por hecho que los lugares públicos son de todas las personas y así es. No cabe duda. ¿Pero qué pasa con los que han decidido hacer de estos lugares, un espacio importante e indispensable para sus vidas? Cada pequeño rincón de estas tierras está repleto de vivencia y recuerdos. Entrar en “sus espacios” es como entrar en la vida de estas personas o seres que lo han elegido por algo. Es interrumpir la historia de algo con nuestra presencia.
Y fue así como pude entender y experimentar en primera persona el sentido y el valor que tiene el pedir “permiso” cuando en apariencia no es necesario.
Por otro lado, agradecí muchísimo la presencia de unos/as grandes profesionales de la danza que se han volcado en pleno en sus respectivos viajes. Hemos confiado desde el primer momento sin saber muy bien cuál iba a ser el resultado. He visto una atención y una sensibilidad especial acorde con el tipo de trabajo propuesto.
Sin olvidar la participación de la gente local que también ha podido disfrutar del mismo proceso de creación, compartiendo sus caminos de una manera brillante y sobre todo siendo motivo de inspiración para el resto.
Creo que estas tierras se merecen este cariño, poniendo en relieve lo más profundo de estos lugares.
Gracias de corazón.
Emiliana Battista Marino