
El teatro es la representación de la vida, es la imagen de la inmortalidad, también es poesía, y viceversa.
Resulta sumamente interesante partir, antes de ver esta obra, de estos tres términos: Teatro, inmortalidad y poesía, una palabra sigue, irremediablemente, a la otra.
Félix Francisco Casanova es un autor nacido en La Palma que, a pesar de su corta vida, nos ha dejado un legado de maravillosas poesías y novelas. El prematuro poeta nos dejó, también, un diario que, tras tu muerte, se convirtió en su propio testamento:
Estos días oigo mucha música, mucha. Siempre estoy naciendo en la música, es inagotable mi sed y también su fuente es inagotable. Y me amansa y me derrama como un cántaro de sangre de montaña, y su amor me toca y soy lo más vulnerable a sus palabras, y mis heridas, mis llagas revenan como un árbol cortado, como el primer día en que amé o leí a Tagore.
Adjuntamos algunos de nuestros poemas favoritos:
ERES UN BUEN MOMENTO PARA MORIRME
Amaneciendo y anocheciendo
a un mismo tiempo,
cariño, ¿no es ésta la forma
en que te gustaría vivir?
En mi cabeza hay un álbum
de fotos amarillentas
y lo voy completando con mis ojos,
con los más leves ruidos,
atrapando olores en el aire
y en cada sueño que sueño.
¿Sabes una cosa, pequeña?
La última página de mi álbum
tiene tu boca lluviosa mordiéndome un labio,
un disco de rock’n’roll
y calcetines de colores.
Mis ojos han sido rápidos, te he hecho el amor con la ropa puesta
a través de una
larga pajita dorada
mientras cruzabas la calle
con el cabello ardiendo.
Pero ahora son tus pies
quienes dan mis pasos,
¡así que no te equivoques
pues me caería!
Te bebo en cada vaso de agua
que sacia mi sed,
mis palabras son claras como niños pequeños
o espesas como semen empapando cortinas,
pero hoy tengo que inventar
un nuevo idioma
para conversar con tus tiernos maullidos eléctricos
y los gritos de euforia
de la gente que vive en tu cabeza.
Debes saber que a veces
soy como un entierro interminable,
siempre triste y azul
subiendo y bajando
por la misma calle.
Pero otras veces soy un río de risa
corriéndome por toda la ribera,
haciendo el amor a la mar,
una felicidad contagiosa,
un revólver de amor, nena,
y voy a disparar justo a tu corazón
¡bang, bang!
¿te di?
Quiero arrollarte, enrollarte y arrullarte,
montaña de aguardiente
y tarde rojiza.
Eres un buen momento para morirme.
SÍNDROME Nº4
Hoy, los veinte dedos
de mi cuerpo
desean abandonarme
igual que pájaros
al árbol seco,
hoy cada uno de mis cabellos
está erguido
como un soldado que van a fusilar,
hoy el viento arruga mi piel
como una bandera rota,
hoy, macilento brujo,
he colgado mi máscara
y mi boca se abre
como un fruto al caer.